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El espacio en blanco: la importancia del contexto en UX
Dentro de una interfaz gráfica, los usuarios están familiarizados con una serie de componentes que por su eficacia, contexto, y uso, son capaces de recordar y conocer el propósito detrás del mismo: botones, campos de formulario, menús superiores o laterales y mensajes flotantes, por ejemplo.
Esto es algo que se da por la familiaridad que tienen la mayoría de interfaces comunes al usuario que repiten patrones similares, por lo que son más fáciles de ser navegadas, algo que reza la ley de Jakob Nielsen como un síntoma positivo para la navegación del usuario.
Dependiendo del propósito general de la interfaz, esta puede complejizarse de mayor o menor manera, incluyendo, por ejemplo, la presencia de dashboard y paneles de visualización de métricas, tablas de datos, y demás. Sin embargo, siempre habrá (o deberá de haber) un elemento común en todas ellas que doten de sentido el compendio de componentes y de cuadros de contenido que veremos dentro de una pantalla.
Este elemento no podía ser otro, que el espacio en blanco.
El espacio en blanco o espacio negativo, término heredado de la fotografía, se refiere a todo el espacio vacío que engloba los bloques principales de contenido y que los contextualiza, siendo esa su principal función.
Siguiendo la línea de lo referencia anteriormente, en la fotografía existen dos tipos de espacios principales:
- El espacio positivo es designado a los espacios con contenido, que atraen la vista.
- El espacio negativo es designado a los espacios vacíos, que distraen la vista y crean fondos en los que se encuentran los mismos espacios positivos.
Funciones del espacio en blanco
Ese espacio en blanco no adopta su nombre porque sea principalmente blanco: las interfaces con colores también tienen espacio en blanco, se trata únicamente de un término que referencia a la ausencia de contenido y de carga visual que principalmente tiene como función dar de contexto a todo lo que vemos en pantalla.
Para ser más preciosos, las funciones principales de este recurso son:
- Dotar de usabilidad a la página: el espacio vacío no es solo espacio sin elementos. La ausencia de contenido parcial facilita a los usuarios a escanear el contenido que tienen, al visualmente marcar el ritmo de visualización de contenido. Los márgenes o los espaciados verticales son un ejemplo estupendo.
- Reducir la carga cognitiva a la página: todos estamos familiarizados con esas páginas antiguas de los 2000, con interminables bloques de componentes, información, o menús por doquier. Con el paso de los años, estas interfaces han cambiado y reducido el contenido que se muestra en pantalla al avanzar en la investigación respecto a la composición visual. Priorizar los contenidos, y distribuirlos en menús más ordenados facilita la navegación y reduce la posibilidad de confusión al usuario, además de reducir la posibilidad de cansancio visual al reducir la información mostrada por pantalla.
- Permitir la legibilidad de contenidos: los recursos escritos son los principales bloques de información que podemos encontrar en una interfaz, por lo que el foco de atención a los mismos en la búsqueda de la óptima legibilidad debe de ser el objetivo de los diseñadores UX. Más allá de ciertas leyes a tener en cuenta, delimitar los espacios y jerarquizar los bloques de texto corrido también favorecen la legibilidad de los mismos, dejando que respiren entre los párrafos y ayudando a entender al usuario el contenido del mismo.
- Conferir de emoción a la interfaz: la interfaz no solo trata de informar algo o de brindar al usuario de posibles acciones. La mayoría de páginas web pertenecen a una marca, y como sus productos, esta transmite una serie de emociones que pretenden aflorar en sus usuarios. El uso del espacio en blanco para marcar el tono o la captación psicológica a través del color provocan reacciones al usuario que pueden ser positivas, favoreciendo los objetivos de negocio y obteniendo resultados positivos como en el engagement, además de que mantienen la identidad.
Buenas prácticas sobre el uso del espacio en blanco
Para finalizar, desde Torresburriel Estudio queremos recordar una serie de buenas prácticas y de situaciones a evitar para favorecer la contextualización del espacio en blanco:
- Menos no significa más: reducir el número de elementos de una página por “respetar el espacio en blanco” no es la práctica correcta. Debe de existir un balance entre el espacio, y la funcionalidad. A veces, planificar la jerarquía y posicionamiento de elementos aprovecha de mejor forma el espacio en blanco, evitando así la pérdida de funcionalidad que a menudo confunde al usuario.
- El secreto está en la consistencia: los espacios en blanco deben seguir también una jerarquía de uso para ser correctos. Mantener un espaciado consistente implica una mejor sensación de implementación del mismo, dotando de sentido a este.
- El espacio en blanco no es espacio vacío: el espacio en blanco no se debe de considerar como las “sobras” de la pantalla. Su propósito viene determinado por las decisiones de diseño para dotar de áreas de respeto entre elementos de la página, por lo que jugar con este elemento no se trata de algo superficial. Explorar posibles retículas y no dejar su disposición al azar ayudará al diseñador a entender cómo interactúa, y cómo se puede dominar su uso.
En definitiva, el espacio en blanco es un componente más de las interfaces, que mejora la usabilidad y la legibilidad de los contenidos, y reduce la carga cognitiva. Y, como UX Designers, no podemos pasarlo por alto.
Foto de portada de Steve Johnson en Unsplash.