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¿Habías visto alguna vez este vídeo de Raluca Budiu, directora de Research de Nielsen Norman Group sobre la magia del número 7 y la UX?
En el Estudio nos fascina. Y aquí van nuestras reflexiones:
Se podría decir que el número 7 tiene algo de mágico, y es que podemos encontrar referencias a este número en diferentes religiones y en la astrología, pero también en otros aspectos más mundanos como los 7 colores del arcoiris, las 7 notas musicales o los 7 días de la semana, sin olvidarnos de los 7 horrocruxes de Lord Voldemort en Harry Potter.
Pero no vamos a hablar de dioses, sino de la memoria humana. Las personas pueden recordar unos 7 elementos (más o menos 2) en la memoria a corto plazo, sin estudiar ni prepararse con antelación.
Los estudios de George Miller
En los años 50 el psicólogo George Miller, en sus estudios de la memoria humana, encontró que las personas estudiadas podían recordar unos 7 elementos (más o menos 2), lo que dio nombre a su obra “The Magical Number Seven, Plus or Minus Two” (“El mágico número siete, más o menos dos”). Lo más interesante de estos estudios es que las unidades utilizadas para analizar la memoria eran diferentes: en unos se utilizaban solo letras, mientras que en otros lo que se analizaba era el número de palabras o números.
Con esta información, Miller llegó a la conclusión de que la capacidad de memoria a corto plazo no está determinada por unidades únicas de información -bits-, sino por agrupaciones de ella -chunks- , y estas pueden ser más grandes. Esto significa que se puede aumentar el tamaño de la información recogida por la memoria a corto plazo siempre y cuando las unidades estén agrupadas con sentido. Para esto debemos agrupar las letras en palabras, las palabras en frases, los dígitos en números, y así sucesivamente.
La implicación de la magia del número 7 es que solo puedes esperar que la gente recuerde aproximadamente 7 (más o menos dos) fragmentos de información en su memoria a corto plazo.
Muchas veces nos podemos encontrar con que se asigna de forma errónea la magia del número 7 a diversos conceptos de la experiencia de usuario, como por ejemplo utilizar 7 elementos en un menú, 7 puntos clave en una diapositiva o escalas de valoración de 7 puntos.
Aunque estas directrices puedan ser válidas, el motivo no es la capacidad de memoria a corto plazo del ser humano, porque realmente no tienen que memorizar la lista completa de elementos del menú o la escala de valoración, sino otras cuestiones.
Por ejemplo, tener demasiados elementos en el menú puede hacer que los usuarios se agobien de ver tanta información y no lean las opciones, pero tener pocos tampoco es la mejor opción, porque puede ser difícil encontrar la información que buscan en categorías muy amplias y difusas.
Entonces, ¿qué se debe tener en cuenta para hacer un buen menú de navegación, si no es el número 7?
Pues como muchos otros aspectos en UX, depende de a quien te estés dirigiendo y el objeto del negocio.
Algunos ejemplos de las implicaciones para la experiencia de usuario que sí tienen que ver con la magia del número 7 son las siguientes:
- Los tiempos de respuesta y carga deben ser lo suficientemente rápidos como para que los usuarios no pierdan el hilo de lo que estaban haciendo.
- Cambiar el color de los links ya visitados para que los usuarios no tengan que esforzarse en recordar dónde han clicado.
- Facilitar la comparación de productos y presentarlas de la forma más clara posible, para que el usuario no tenga que ir de una página a otra para recabar la información que necesita, utilizando, por ejemplo, tablas comparativas.
- En vez de utilizar códigos de cupón utilizar links que apliquen automáticamente el cupón a la cesta. De esta forma el usuario no tiene que recordar el código y el proceso es mucho más sencillo.
- Ofrecer asistencia al usuario en los lugares donde sea necesaria, para que no tenga que ir a una sección de ayuda independiente y luego tenga que volver al lugar donde le ha surgido el problema.
Está claro que el número 7 es importante en el ámbito de la experiencia de usuario, pero tenemos que saber cuándo y dónde debemos tener en cuenta sus implicaciones, y no confundir conceptos.