La experiencia de usuario y el futuro inmediato

Los tiempos que vienen -el futuro- en el mundo del diseño -la experiencia de usuario- son absolutamente apasionantes. Asistentes virtuales, inteligencia artificial, liderazgo, producto mínimo viable como expresión de la experiencia de usuario, laboratorio de UX como síntoma de madurez, presupuestos destinados experiencia de usuario, creación de equipos de investigación, incluso las Administraciones Públicas, en el ámbito español, están intentando hacer una apuesta por iniciar procesos de modernización.

En muchos de estos ámbitos el futuro no es un escenario imaginario. En muchos de estos ámbitos el presente es el contexto de trabajo habitual, del día a día. Y en muchos de estos ámbitos el denominador común sigue siendo el diseño como palanca para optimizar, para acelerar y para generar negocio.

Es cierto que todas las iniciativas que suponen una cierta innovación, o que tienen un componente pionero, empiezan siendo conocidas solamente en su superficie. La práctica habitual de todos los contextos que he mencionado son descubiertos en las áreas profesionales desde una perspectiva no excesivamente profunda. Incluso en los ámbitos de formación muchas de estas áreas de conocimiento se están exponiendo hoy en día sin un cuerpo práctico y sin un conjunto de resultados demostrables que puedan legitimar de alguna forma las afirmaciones que se plantean como enseñanzas. Esto es algo que suele ser habitual, y más en un escenario de poca madurez como es el del diseño digital. Aclaro que cuando hablo de escenario de poca madurez me refiero sobre todo en comparación con otras disciplinas como la ingeniería, las telecomunicaciones o la computación, que tienen varias décadas de desarrollo y sobre todo instituciones absolutamente asentadas que velan por la consistencia de la disciplina.

Retomo mi presupuesto original cuando digo que en el ámbito del diseño se vienen tiempos muy interesantes. El continuo desarrollo de diferentes tecnologías y sus aplicaciones, la competencia descarnada que en el ámbito de los dispositivos conectados estamos presenciando, las contingencias globales en un contexto de conflicto económico  incluso las repercusiones del uso y aplicación de tecnología en la vida de las personas y en los movimientos económicos tienen un impacto directo del diseño. El ejemplo que me gusta poner es el de qué estamos haciendo desde la disciplina del diseño para luchar contra las noticias falsas, contra las granjas de contenido e interacción digital fabricadas para modificar nuestra conducta, etcétera.

Es por eso que se vienen tiempos interesantes. Incluso desde la perspectiva de zonas globales en vías de desarrollo el diseño va a tener una importancia absoluta en cómo África y América Latina van a tomar protagonismo en los mercados globales y su impacto en la exportación de talento digital.

Las herramientas metodológicas que el diseño centrado en el usuario nos ha proporcionado desde hace varios años nos han ayudado a entender muchas interacciones y nos ha ayudado a comprender cómo funcionan algunos de los ciclos relacionados con la relación de las personas con la tecnología, los bienes de consumo y un sistema basado en el intercambio de bienes y servicios.

Los modelos y diseños basados en la obtención de insights procedentes de recorridos de investigación nos han ayudado enormemente a optimizar y hacer mucho más eficientes los procesos de diseño, con un resultado extraordinario en forma de productos con unos niveles de adopción fabulosos.

La experiencia de usuario, en definitiva, como disciplina enfocada en el desarrollo y optimización del negocio nos ha colocado en un maravilloso y apasionante punto de partida.