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Podemos decir que, en el mundo de las monedas virtuales, hay un claro ganador. Bitcoin está ganando la batalla. A pesar de algunos problemas graves de seguridad, un creciente número de sitios está adoptando esta tecnología.
Una gran parte de las empresas que basan su actividad en Bitcoin son de dos tipos. Por un lado, las casas de cambio virtuales, que a partir de dinero real te proporcionan una cantidad en Bitcoins, como en una casa de cambio de divisas. Por otro lado, los gestores de monederos online que gestionan las Bitcoin de sus usuarios.
Bitcoin. Foto de Jason Benjamin
Los retos de usabilidad y UX para Bitcoin
Bitcoin no es lo que podríamos denominar una herramienta amigable. Más bien podríamos valorarla como una herramienta pensada y diseñada para tecnólogos, no una aplicación para el gran público. Parece todo lo contrario al consejo de Steve Krug: “Don’t make me think”. Aunque parezca contraproducente, una persona de capacidad o experiencia media apenas puede usarlo para su finalidad, sin frustraciones. Si los creadores no se preocupan lo suficiente en hacer las cosas obvias, es muy probable que el usuario responda con menos confianza en esa tecnología.
Como dice Tamim Swaid en su presentación sobre UX y Bitcoin sobre UX con este sistema de pago: “BitCoin es el Linux del dinero”. Es tan útil y segura como Linux, pero también muy compleja de usar para gente sin cualificación técnica.
En JaxEnter han hecho un buen resumen de los retos de UX a los que se enfrenta esta moneda criptográfica:
- Bitcoin destila seguridad, pero la criptografía es complicada de entender. Es bastante duro para que sea atractivo para las masas. Si no se entiende la tecnología de Bitcoin o blockchain, es poco probable que le des una oportunidad. Una gran oportunidad perdida.
- No hay nada menos atractivo que un identificador como una dirección Bitcoin, una secuencia de caracteres alfanuméricos. Una dirección Bitcoin, con el identificador de 26-35 caracteres alfanuméricos, es poco entendible para el usuario.
- La seguridad jurídica es otro punto a mejorar. La posición de los gobiernos hacia las personas que compran y venden con esta moneda todavía no está claro. El pago de impuestos representan la otra cara de la moneda. Aunque algunas empresas ofrecen a sus empleados la opción de pagarles en Bitcoins, la volatilidad de esta moneda hace que poca gente esté dispuesta a recibir esta remuneración.
- Bitcoin genera muchas dudas en su utilización: ¿Qué puedo hacer con mis Bitcoins? ¿Se pueden gastar? ¿Qué se puede comprar con estas monedas digitales? ¿Dónde encontrar tiendas que aceptan este tipo de pago? Estas dudas retardan la adopción de esa moneda, por los problemas de confianza y transparencia.
- Aunque se han superado ciertos problemas de seguridad, las interfaces de intercambio son poco atractivas y resultan confusas. Es suficiente con echar un vistazo a BTC-e, uno de los sitios con más intercambio de Bitcoin. Su interfaz es todo menos amigable, mucho más cercana a una terminal financiera de bolsa que a un interfaz moderno. Puede ser encriptado y seguro, pero es alguien sin rostro. Sientes lo mismo que si acabaras de entrar por la página web en un banco. Por otro lado, la terminología es confusa para el usuario medio que quiera utilizarlo: coin, wallet, key, balance.
La utilización y transferencia de Bitcoin tampoco está orientada a usuarios noveles. Veamos como ejemplo The Water Project: ofrecen una cadena alfanumérica que corresponde a un monedero virtual de Bitcoin para que dones lo que quieras a esa organización. Incluso te ofrecen unas cantidades aproximadas de lo que puedes donar en Bitcoin para que esa organización pueda ejecutar una determinada acción.
Detalle de la web de donaciones en BitCoin de The Water Project
Para hacer un pago tienes que disponer de un monedero virtual de BitCoin, introducir el código alfanumérico y la cantidad que quieres transferir. No es una acción que pueda realizar cualquier persona. De ahí la proliferación de empresas que basan su actividad en hacer servicios basados en Bitcoin.
Un excelente ejemplo de cómo una tecnología con posibilidades en muchos ámbitos, se rompe por el eslabón más débil: una práctica compleja y poco agradable para un usuario medio.
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